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Cierva blanca

Hace mucho tiempo, en el castillo de Doiras(Cervantes) moraba un caballero de nombre Froiaz, con dos hijos: Egas y Aldara. Aras, el hijo de otro señor de un castillo cercano se enamoró de Aldara. Su amor fue correspondido y con el consentimiento de los padres se anunció la boda. Pero una tarde, Aldara desapareció del castillo, un ballestero trajo noticias diciendo que la había visto dirigirse a media mañana hacia el riachuelo cercano. Padre y hermano, criados y escuderos, e incluso su enamorado acompañado de sus gentes, fueron en su busca por montes y bosques, por chozas y caseríos...Después de algunos días de búsquedas infructuosas consideraron definitiva la pérdida de Aldara imaginándosela malherida por algún jabalí, algún oso o devorada por los lobos.

Muchos años más tarde Egas, estando de caza en el monte de Galo Monteiro, divisó a una hermosa cierva blanca. De un único y certero disparo terminó con la vida del animal, pero no se había percatado que era imposible llevarla al castillo por su peso excesivo (o tal vez, porque la nieve dificultaba el transporte), así que le cortó la pata delantera (para señalar que el animal le pertenecía o para mostrar un trofeo que diese cuenta de su hazaña). Y cuando fue a mostrarle a su padre la pata de la cierva, contándole el éxito obtenido, atemorizados, vieron cómo lo que Egas sacó de la bolsa fue una mano; una mano fina, blanca, suave; una mano de doncella hidalga. Y en uno de los dedos de aquella mano relucía un hermoso anillo de oro con una piedra roja.

Froiaz y Egas se acordaron de que aquel era el anillo de Aldara. Con ánimo dolorido corrieron hacia la cima del monte, hacia el lugar donde Egas había matado a la cierva. Allí encontraron, tendido en el suelo el cadáver de Aldara, a quien le faltaba una mano.

Según cuenta la leyenda, algún mouro debió de encantarla en figura de cierva, y la muerte se encargó de devolverla a su estado natural, doncella. Pero jamás se pudo saber el motivo.

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