
El que les vea queda inmediata e irremediablemente hipnotizado por ellos y se verá preso de su perversa voluntad. Sólo un amuleto consistente en una bolsuca que contenga un "rézpede de coliebra" protegerá al incauto de caer bajo su maléfico influjo.
Sin embargo, necesitan dos libras de carne diarias para saciar su voraz apetito, porque si no, se comen a su dueño. Aunque basta con amenazarlos con meterlos dentro de un cuerno de toro hueco para controlarlos.